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miércoles, 2 de diciembre de 2015

EN DEFENSA DE NUESTROS HOGARES Y COMUNIDADES*


por Wendell Berry



Berry nos habla de cómo en nombre de un bien abstracto y universal –el bien del pueblo, el bienestar de la gente- los vándalos profesionales modernos han atravesado el mundo entero, reformulando entornos naturales y culturales en formas excepcionalmente destructivas. Convirtieron el presente en un porvenir siempre pospuesto y organizaron, paso a paso, los desastres de todo orden que hoy definen la crisis de la modernidad.

Hace varios años, asistí a una reunión que me ha sido imposible olvidar, en Madison, Indiana. Me parece emblemática del destino de nuestro país en nuestros días. Entre la audiencia se encontraban muchos ciudadanos de comunidades locales —la mía entre ellas— recelosos y temerosos de la planta de energía nuclear que entonces, como ahora, se estaba construyendo en Marble Hill. Sentados en el estrado se encontraban representantes del Servicio Público de Indiana, responsables de la construcción de la planta, y miembros de la Comisión de Regulación Nuclear, cuyo trabajo supuestamente consistía en protegernos de los peligros evidentes del uso de la energía nuclear, así como de los ya conocidos engaños e ineptitudes del Servicio Público de Indiana.
La reunión se desarrolló como suelen hacerlo esas reuniones. Los temores, las objeciones, las preguntas y quejas de la gente local fueron enfrentados con 1a jerga técnica y con el suave descaro de que la posibilidad de una catástrofe era pequeña. En tal confrontación, el supuesto oficial es, aparentemente, que aquellos que hablan de una forma más incomprensible y desapasionada tienen la razón; y que aquellos que hablan sencillamente y con sentimiento están equivocados. La fidelidad local, la lealtad personal y los temores privados no son científicamente respetables; no tienen ningún peso ante ‘la consideración objetiva de los hechos’ —aún cuando algunos de los ‘hechos’ puedan ser altamente especulativos o falsos. Y de hecho, en la historia de tales confrontaciones, las victorias las han obtenido sobre todo quienes consideran objetivamente los llamados hechos.
Todavía están ganando en Marble Hill, aún cuando el fraude y la incompetencia del Servicio Público de Indiana son ahora mucho más públicamente evidentes de lo que eran entonces. Pero esa reunión produjo una pregunta y una respuesta que nos deberían decir todo lo que necesitamos saber acerca de la naturaleza de esa victoria, y más de lo que quisiéramos saber respecto al papel que juega la educación en tal empresa. Se levantó una dama en el público y le pidió a los quince o veinte personajes en el estrado que nos dijeran cuántos de ellos vivían dentro de la zona de peligro de poco más de ochenta kilómetros a la redonda de Marble Hill. La pregunta demostró ser tácticamente brillante, y aparentemente desconcertó a los personajes en el estrado, que se vieron obligados a dar la respuesta más breve y sencilla de toda la noche: Ni uno solo. Ni siquiera uno de esos hombres de éxito importantes, bien remunerados, bien educados, tendría que preocuparse por su familia o sus propiedades en caso de un error catastrófico en Marble Hill.
Esta anécdota no tendría sentido fuera de la zona de peligro de Marble Hill si resultara excepcional. Lo que quiero señalar, por supuesto, es que no es excepcional. Distintas versiones de esto están sucediendo ahora en este país en casi todas partes, virtualmente cada día. En todas partes, cada día, gentes poderosas que viven más allá de los efectos de su mal trabajo, o a quienes se otorga el privilegio de pensarlo así, perturban, desgarran, ponen en peligro y destruyen la vida local.
Una poderosa clase de vándalos profesionales itinerantes está ahora saqueando el país y dejando basura. No se habla de su vandalismo por su nombre en virtud de su enorme redituabilidad (para algunos) y la gran magnitud de su escala. Si uno arruina un hogar, eso es vandalismo. Pero si, para construir una planta de energía nuclear, uno destruye buena tierra de labranza, desgarra la comunidad local y pone en peligro vidas, casas y propiedades dentro de un área de varios miles de kilómetros cuadrados, eso es progreso industrial.
Para poder ser miembros de esta prestigiosa clase de profesionales desorbitados hay que cumplir dos requerimientos.
El primero es que deben ser hombres de carrera trashumante, por lo menos en espíritu. Esto es, no deben tener lealtades locales; no deben tener puntos de vista locales. Después de todo, para ser capaz de profanar, de poner en peligro un lugar, uno debe ser capaz de abandonarlo y olvidarlo. Nunca debe pensar en ningún lugar como el hogar de uno. Nunca debe pensar en ningún lugar como el hogar de alguien. Nunca debe pensar que ningún lugar es más valioso que aquello en lo que se puede convertir o que lo que puede obtenerse por él. A diferencia de la vida en el hogar, la cual hace más particulares y preciosos que nunca los lugares y las criaturas de este mundo, la vida de los profesionales generaliza el mundo, reduciendo su diversidad abundante y generosa a “materia prima”.
Cuando las instituciones educativas preparan a la gente para abandonar su hogar, han redefinido la educación como “preparación profesional”. Y al hacerlo, han creado las mercancías —algo que puede ser comprado para hacer dinero con ello. La gran equivocación de esto es que oscurece el hecho de que la educación —la educación real—es gratis. Estoy necesariamente al tanto de que las escuelas y los libros tienen un costo que debe ser pagado pero aún así estoy seguro que lo que se enseña y se aprende es gratis. Ninguno de nosotros podría ser tan tonto como para suponer que el valor de un buen libro es igual al valor económico de su papel y tinta, o que el valor de un buen maestro es equivalente a su salario. Lo que se enseña y se aprende es gratis. Invaluable, pero gratis. Convertirlo en una mercancía es arruinarlo. Cuando le fijamos precio, reducimos su valor e impedimos que quien lo recibe vea las obligaciones que siempre acompañan los buenos regalos: usarlos bien y entregarlos sin daño.
Para convertir la educación en una mercancía, por tanto, es inevitable hacer una especie de arma con ella —para disociarla de su sentido de obligación, y así ponerla directamente al servicio de la codicia.
Las gentes que estaban en el estrado de la reunión que describí al principio se percibían a sí mismos, seguramente, como servidores públicos. Pero eran servidores del público en general, lo que significa, en la práctica, que podrían ser enemigos en cualquier momento de cualquier segmento particular de ese público en general. Como servidores de lo que deben haber pensado que era el bien general, se mostraron dispuestos a sacrificar el bienestar de cualquier comunidad o lugar particular —lo cual, por supuesto, es una forma de decir que no tuvieron forma alguna confiable para distinguir entre el interés público y el propio. Cuando aparecieron ante nosotros, estaban al servicio de su propio compromiso profesional y su propia ambición. No vinieron a tranquilizarnos, en la medida en que hubieran podido hacerlo con honestidad, o para atender nuestras justas reclamaciones. No vinieron siquiera a precisar si nuestras reclamaciones eran justas. Vinieron a desorientarnos, aturdiéndonos con su jerga de expertos, para implicar que nuestros temores eran ignorantes y egoístas. Su forma de prestarnos atención fue simplemente una forma de ignorarnos.
Esa reunión, entonces, no fue realmente una reunión, sino la puesta en vigencia de una división que está rápidamente penetrando en nuestro país: una división entre gente que está tratando de defender la salud, la integridad, incluso la existencia de lugares cuyos valores se resumen en las palabras “hogar” y “comunidad”, y gente para la que estas palabras no tienen valor alguno. No dudaría en decir —lo siento con todas mis fuerzas— que los defensores de los hogares y las comunidades están en lo correcto.
No quiero decir con esto que la gente que tiene lealtades y puntos de vista locales no tengan un legítimo interés en la energía. Lo que quiero decir es que su interés es diferente en calidad y clase a los intereses profesionales. No estarían dispuestos a utilizar energía que destruyera sus fuentes naturales o humanas, o que pusiera en peligro al usuario o al lugar en que se utiliza. No creerían que van a mejorar sus vecindarios haciéndolos insalubres o peligrosos. No creerían que es necesario destruir su comunidad para poder salvarla.
El segundo requerimiento para pertenecer a la clase de vándalos profesionales es una “elevada educación”. La elegibilidad de cada quien debe estar certificada por una universidad, porque independientemente de la condición o cualidades reales de las mentes involucradas, esta clase es intelectual y elitista. Proponen cometer su vandalismo pasando a su lado; cuando sus propósitos requieran trabajo sucio, otras manos lo harán.
Muchos de estos profesionales han sido educados, con abultados recursos públicos, en colegios o universidades que originalmente tenían un claro mandato de servir a las localidades o a las regiones —para recibir a las hijas e hijos de sus regiones, educarlos y mandarlos de nuevo a casa para servir y fortalecer sus comunidades. El resultado demuestra, creo, que generalmente han traicionado este mandato, y que han servido en cambio para desarraigar los mejores cerebros y talentos y llevárselos lejos de casa, para encaminarlos a carreras explotadoras y convertirlos en depredadores de sus comunidades y los hogares, los suyos y los de otras gentes.
Por supuesto, la educación, en su verdadero sentido consiste en habilitar para servir tanto a la comunidad humana que vive en sus hogares o vecindarios naturales como a las posesiones culturales preciosas que la comunidad viviente hereda o debe heredar. Educar es, literalmente, “criar”, llevar a los jóvenes a una madurez responsable, ayudarlos a cuidar bien lo que se les ha dado, ayudarlos a ser caritativos con sus semejantes. Tener tal educación es obviamente placentero y útil. Que una cantidad considerable de humanos deban tenerla es probablemente una de las necesidades de la vida humana en este mundo. Si esta educación se va a utilizar bien, es obvio que debe ser utilizada en alguna parte; debe ser utilizada donde uno vive, donde uno intenta continuar viviendo; debe ser traída a casa.
Traducción: Gracia Esteva y Marta Ortiz Monasterio
*           Publicado en Opciones, 38, junio 1993.

lunes, 7 de noviembre de 2011

MG: Entrevista en Posadas



Leyenda viviente del rock argentino. | Ecólogo, periodista,
literato, profesor universitario, títulos que acumula su vida.

“Era gente no satisfecha con la música popular imperante”

Caminó y camina a la par de las grandes glorias que fundaron el rock argentino. Habló del hito germinal. También hace una analogía entre la rebeldía de los 60 y los indignados

Domingo 6 Noviembre de 2011 | Diario EL TERRITORIO (Posadas)

Posadas (Por Marcelo Melo).

“No fue una cuestión profética, era gente que venía de los barrios, a la que ya no satisfacía la música popular imperante”. Todavía resuenan las palabras del ya mítico Miguel Grinberg, pronunciadas en la mañana del viernes en el estudio mayor de FM Radioactiva. Y, por suerte y obra de la maravillosa era digital, están archivadas y quedan para la historia de esta emisora misionera.

El hombre que viene caminando a la par del rock argentino desde que este empezó a calzarse pañales y al cual Grinberg vio dejar el chupete, empezar a caminar, pasar de las bermudas a los pantalones largos, vestir bigotes y estar hoy casado y al mando de una gran familia; estuvo en Posadas para ser el protagonista central del encuentro de comunicación y revistas alternativas e independientes que es el ERICA, en este caso para el Volumen IV, que estuvo siendo entre el viernes y la madrugada de hoy, en el Museo Juan Yaparí.

En 2010 estuvieron otras dos glorias contemporáneas de Miguel, Pipo Lernoud y Rocambole, ambos se sentaron en FM Radioactiva, emisora ya agradecida al ERICA.

Miguel arribó a Misiones por primera vez en 1984, para oponerse con su amplia conciencia ecologista a la construcción de la represa de Urugua-í, que ya estaba en marcha, el proyecto, desde el gobierno militar. “Era la locura de Conrado Storani, secretario de Energía con Alfonsín, cuando entramos al despacho de Barrios Arrechea nos dice: podemos hablar de cualquier cosa menos de Urugua-í, ya que eso lo decidieron en Buenos Aires. Lo mismo ocurre ahora con el proyecto Garabí, los misioneros no lo deciden, lo decide Nación”.

“Cómo vino la mano”, su obra clave va por su cuarta edición, es libro de cabecera en las escuelas porteñas y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares adquirió una remesa para repartir entre sus asociadas.

Estuviste en el mismo baño que Tanguito y Nebbia...

En realidad yo en esa época curtía más La Cueva (Barrio Norte) que La Perla (de Once). Además curtía otros lugares que no están muy bien tratados por la historia, una placita que quedaba en calle Posadas, que los chicos “rebautizamos” Plaza Chaplin, porque en los 60 teníamos la acción de cambiar los nombres de calles y plazas. Había un mapa under en la ciudad y cuando se prolongó la avenida 9 de Julio todo ese sector hasta avenida Libertador desapareció y la Plaza Chaplin con ello. A mí me gusta, de todas maneras, resaltar que todas esas cosas se convirtieron en historia urbana pura. Estamos mirando 50 años para atrás. Pero, en esos años, ni en La Perla que ahora resurgió y la programa Rodolfo García (mítico baterista: Almendra, Aquelarre y Tantor, entre otros), ni en La Cueva, nadie de nadie hablaba de que ‘estamos creando el movimiento de rock nacional’, no había gente que dijera "vamos a crear el rock argentino".

¿De dónde emergieron?

Era gente que se reunía, que venía de los barrios, ese es otro punto distintivo. No fue una cuestión profética, era gente a la que ya no satisfacía la música popular imperante. No se sentía representada por la música popular del momento y que estaba inserta en un momento de insurrección mundial global, de la juventud, que a principios de la década de los 60 y sobre todo a partir del 63 con la Beatlemanía habían encontrado un nuevo estandarte que tenía sus raíces en el rock and roll, pero con un sello distintivo.

¿El idioma en que cantaban?

A diferencia de los mexicanos, que hacían los covers, las réplicas de autores anglosajones, acá la gente se largó a componer, a cantar en castellano, cosa que no se creía posible. A partir de ese momento se comenzó a construir una cosa que para nosotros no solo es una tradición sino que es parte de la música popular argentina, uno se encuentra convertido en un personaje, pero ninguno de los de aquel momento quisimos convertirnos en personajes. Pasan las décadas y nos están reconociendo algunas cuestiones.

¿Cómo fuiste haciendo Cómo vino la mano (el año pasado se lanzó al mercado la cuarta edición)?

No fue fácil para nada. No era un tiempo favorable. Era el año 1977. Era una época represiva. Y no solo hicimos el libro, sino que lo presentamos en el Feria del Libro de ese año, como una especie exótica, porque toda aquella época había quedado únicamente con cosa de hippies, de música de protesta, como un fervor adolescente que cuando creces, te casás y se te pasa. Y nos hemos casado, hemos tenido hijos y nietos y seguimos con el rock and roll.

Es tremendo eso de que Argentina haya iniciado el camino del rock en el mundo hispanoparlante…

En verdad, si bien hubo un rock and roll que eran covers, eran réplicas, fueron los mexicanos, los Teen Tops, los de Enrique Guzmán, los que impusieron ese estilo. A partir del 75 que la situación política se tornó muy densa, y luego peor, con la partida en primer lugar de Moris, Aquelarre, Cantilo y Punch, que se fueron a España, incluso Miguel Abuelo, Roque Narvaja… cuando ellos llegaron, los españoles sostenían que era imposible cantar rock en castellano (año 75, el rock argentino ¡ya inició los 60/70 cantando en castellano!). Y nuestros músicos llegaban con discos grabados, no era que llegaban con ideas voladas, sino con cuestiones concretas, llegaban y mostraba sus discos, decían: 'esto tenemos'.

¿Grabados con el sello Mandioca?

Con el sello Mandioca, pero también los discos salían por la discográfica Microfon, a través del sello Talent; y Music Hall, ambas compañías argentinas y que prácticamente... a ver, Mandioca se fundió muy temprano y su editor Jorge Álvarez con Billy Bond (un mito fundacional, hoy en Brasil, fundador de Billy Bond y la Pesada, a fines de los 60, por la que pasaron tantos músicos, uno de ellos Pappo). Otro era Oscar López, que editó a León Gieco. Que se yo, Talent editó el primer disco de Sui Generis. Hay que reconocer ese aporte de las discográficas argentinas. Entender que Microfón era un sello eminentemente folclórico, su gran figura era Gina María Hidalgo y sin embargo se jugaron.

¿De la industria discográfica, del periodismo, quién la vio primero? Vos sos uno de ellos…

De los productores musicales, el primero fue Jorge Álvarez, que era un editor de vanguardia y después hubo otros que la vieron, pero desde otros lugares, desde la radio, Fito Salinas, un conductor de programas de música joven. Y el espacio Modart en la Noche, que estrenó la música de The Beatles, allí Ricardo Kleiman. Él tenía una azafata que le traía los últimos discos surgidos en EE.UU. y ese aporte fue fundamental. Está contado que dos amigos de barrio, que querían ser músicos y como Emilio del Guercio y Luis Alberto Spinetta escucharon allí el Album Blanco de The Beatles y lloraron y asumieron que por ahí estaba la cosa. Y fue un virus benigno que se expandió como una mancha de aceite. Fue una epidemia con un contagio beneficioso. Y eran de barrios, Almendra, de Belgrano; Vox Dei, de Quilmes; Los Gatos que llegaban de Rosario. Llegaban desde la periferia.


Tres composiciones claves del rock, ¿Cuáles son?

Te doy tres arquetípicos para mí, pero hay muchas obras claves y terminamos siendo injustos. De Moris, Muchacho, dice: ‘muchacho pronto amanecerá y hay un olor a tango antiguo en la ciudad”, es un autor de raigambre tanguera. Spinetta es su obra completa, Artaud es el disco superior y por último Tango en segunda, de Charly García.

¿Qué analogía hacés entre hippies e indignados?

Hago una autocrítica a ambos movimientos: la protesta, la denuncia y el reclamo en la calle solamente es insuficiente. Hay que encarnar la Sociedad Nueva en lugar de la Vieja. Hace falta un espíritu pionero, con capacidad de tolerancia y diálogos de las diferencias que las generaciones no unificaron hasta ahora.

Un multifacético hombre global

Miguel Grinberg es un hombre que estuvo en el momento justo en el lugar indicado. Ante sus ojos y oídos pasó todo el caudal de ese gran río de la cultura urbana argentina que es el rock nacional. Estuvo en el momento fundacional y ha contribuido con el registro de libros memorables "Cómo vino la mano", "25 años de rock argentino" y "Apasionados por el rock". Como poeta fundó el Movimiento Nueva Solidaridad, documentado en el libro "Poesía y Libertad".
A la par que se dedicaba a los registros editoriales, decantó en programas radiales pioneros por Radio Municipal de Buenos Aires, en la actualidad pilotea "Rock que me hiciste bien" por Radio Nacional.
Como militante ecologista ha editado cuatro libros y le otorgaron el premio Global 500 del Programa Ambiental de las Naciones Unidas. Por otra parte, como traductor, uno de los mayores difusores de literatura espiritual en castellano; fue prosecretario de redacción de la revista Panorama, diario La Opinión y la Agencia Nacional Télam. Creó y editó las revistas "Eco contemporáneo" y "Mutantia", y fundó Multiversidad de Buenos Aires. En la actualidad es profesor de Periodismo Ambiental en la Universidad Nacional de La Plata.


sábado, 26 de marzo de 2011

Mutantia-Zona de Lucidez Impecable





Emprendimiento Productivo Cultural

(QUE PROCURA FINANCIACIÓN)

Nombre del Proyecto: Multimedio MUTANTIA

Se trata de la re-creación de una experiencia ya realizada durante los años 1980/87 con la revista Mutantia y la Multiversidad de Buenos Aires, como generadora de situaciones comunitarias de desarrollo comunitario generativo.

Resumen ejecutivo del Proyecto

En vísperas del Bi-Centenario Nacional, la creación del MULTIMEDIO MUTANTIA apunta a la documentación y divulgación de reflexiones y propuestas de índole cultural, laboral, ecológica, social y comunicacional a fin de aglutinar a jóvenes predispuestos a encarnar en la vida cotidiana de sus comunidades, alternativas y labores que sirvan como ejemplo de afirmación colectiva. Se basa en el diseño de una amplia convocatoria generacional y en la creación de un contexto donde se puedan poner en práctica múltiples iniciativas que permitan protagonizar el potencial inventivo e idealista de los jóvenes de hoy. Su materia prima ya existe, pero se encuentra dispersa en muchos ámbitos de la vida argentina.

Cómo surge la idea del Proyecto:

Durante 1980/87, y bajo la dirección del escritor Miguel Grinberg, una revista de circulación nacional (Mutantia) y un Centro de Estudios (la Multiversidad de Buenos Aires) permitieron realizar un Grupo de Reflexión llamado “La Cultura del Futuro”, el programa radial “Agenda Invisible” por Radio Municipal de Bs. As. y el periódico trimestral “Alternativas”. Sirvieron como rampa de lanzamiento del CETAAR (Centro de Estudios de Tecnologías Apropiadas de la Argentina), la Red Verde Esperanza de Huertos Infantiles Escolares y la revista quincenal “Canta-Rock”. – En esta nueva etapa, el mismo inspirador de aquellas creaciones impulsa con idéntico espíritu solidario un programa de estímulo y afirmación generacional, sin banderías ni sectarismos.

Fundamentos

Tres son los recursos generacionales que se dilapidan en el momento actual, donde grandes sectores de la juventud son tentados por la trivialidad, el desenfreno o la desesperación: el tiempo cotidiano (medible en años de vida), la energía personal (malgastada por carencia de tareas significativas) y la imaginación (desaprovechamiento del talento natural personal). La creación de un punto de referencia operativo, que actúe como inventario de posibilidades, como banco de ideas viables y como marco de referencia interactivo, abriría la posibilidad de pasar de la protesta vana a la propuesta efectiva, con inmenso potencial de contagio.


Contexto

El Multimedio Mutantia –ideado económicamente– partirá de un sitio de Internet donde se expondrán en una primera etapa los lineamientos y las perspectivas del Proyecto. La inclusión de “banners” daría luego lugar a ingresos de sustentación. Paralelamente, se diseñará y preparará la edición del número inicial de Mutantia-Segunda Época, como revista impresa sobre papel y distribuida en librerías, lo cual inauguraría la faz editorial convencional. El proceso cultural posterior, prevé la producción de un paquete provisionalmente llamado “Invitación a la Acción”, donde serán documentados casos de “éxito” ya probados en distintos puntos del país, como ejemplo de afirmación cívica. Se visualizan en triple formato: una serie de 10 fascículos (para chicos de edad escolar), una serie de 10 programas radiales de una hora (para público en general), y una serie de 10 programas televisivos diseminados por canales de cable y/o formato DVD.

Objetivos

a) Creación de “alternativas” sociales mediante la demostración de realizaciones posibles a partir de la interacción humana: huertos comunitarios, artes experimentales, rock progresivo, energías renovables, clubes juveniles, etc.

b) Fomento de un espíritu de “re-fundación” argentina ligado a las celebraciones del Bi-Centenario, tanto en centros metropolitanos como en pueblos distantes de la Capital Federal.

c) Expansión de una cultura de solidaridad y de ayuda mutua.

d) Convocatoria a las mejores mentes de la generación actual para imaginar la Argentina del siglo XXI.

e) Promoción de una trama de Centros de Capacitación en artes y oficios, rescatando capacidades tradicionales.

f) Estímulo a la creación de cooperativas de trabajo y consumo.

g) Utilización de los medios electrónicos configurados en Red.





lunes, 7 de marzo de 2011

"La lluvia y el rinoceronte"




por Thomas Merton

Déjenme decir esto antes de que la lluvia se vuelva un servicio público que ellos puedan planificar y distribuir por dinero. Con "ellos" me refiero a los incapaces de entender que la lluvia es un festival, gente que no aprecia su gratuidad, pensando que lo que no tiene precio carece de valor y que lo que no puede venderse no es real, de tal modo que para que algo sea verdadero resulta preciso colocarlo en el mercado. Vendrá un tiempo en el cual te venderán hasta tu propia lluvia. Por el momento es gratis todavía, y estoy en ella. Celebro su gratuidad, y su carencia de significado.

Esta lluvia en la cual estoy no es como la lluvia de las ciudades. Llena los bosques con un sonido inmenso y perplejo, Cubre el techo plano de la cabaña y su galería con ritmos persistentes y regulados. Y la escucho, porque me recuerda una y otra vez que todo el mundo anda en base a ritmos que aún no han aprendido a reconocer, ritmos que no son los de una maquinaria.

Anoche subí aquí desde el monasterio, chapaleando por el maizal, dije Vísperas, y para cenar puse algo de avena en la lámpara Coleman. Hirvió hasta desbordarse mientras yo escuchaba la lluvia y tostaba un pedazo de pan en el fuego de leña. La noche se volvió muy oscura. La lluvia rodeó toda la cabaña con su mito inmensamente virginal, un mundo entero de significado, de secreto, de silencio, de rumor. Piénsenlo: ¡Todo ese discurso chorreante, no vendiendo nada, no juzgando a nadie, empapando la espesa alfombra de hojas muertas, remojando los árboles, llenando de agua las zanjas y quebradas del bosque, lavando esas laderas que el hombre ha desnudado! ¡Qué gran cosa es sentarse absolutamente solo, en el bosque, de noche, mimado por este idioma maravilloso, ininteligible e inocente hasta la perfección, la lengua más alentadora del mundo una charla que la lluvia establece encima de los cerros y la conversación de los arroyos en todas las cañadas!

Nadie la inició, nadie va a detenerla. Esta lluvia continuará hablando todo lo que quiera. Mientras lo haga, seguiré escuchándola.

Pero también voy a dormir, pues aquí en este descampado he aprendido cómo dormir de nuevo. Aquí no soy un forastero. Conozco los árboles, conozco la noche, conozco la lluvia. Cierro los ojos e instantáneamente me hundo en todo un mundo lluvioso del cual soy parte, y el mundo prosigue conmigo en él, ya que no le resulto extraño. Soy extraño a la barahúnda de las ciudades, de las muchedumbres, a la avaricia de una maquinaria que no duerme, al zumbido del poder que devora la noche. Me resulta imposible dormir donde se menosprecia la lluvia, la luz solar y la tiniebla. No confío en nada que haya sido manufacturado para sustituir el clima del bosque o praderas. No puedo confiar en sitios donde el aire es primero descompuesto y luego depurado, donde primero envenenan el agua y después la purifican con otros venenos. No existe en el mundo de los edificios nada que no sea fabricado, y si por equivocación un árbol se mete en las casas de departamentos, se le enseña a crecer químicamente. Se le da una razón precisa para existir. Le cuelgan un cartel que dice: por la salud, la belleza, la perspectiva. que es por la paz, la prosperidad; que fue plantado por la hija del intendente. Todo esto es mistificación. La mismísima ciudad vive su propio mito. En vez de despertar y existir silenciosamente, la gente de la ciudad prefiere un sueño caprichoso y fabricado; a ellos no les importa ser parte de la noche, o ser meramente del mundo. Han edificado un mundo, contra el mundo, un mundo de ficciones mecánicas que desprecia la naturaleza y sólo busca sacar provecho de ella, impidiendo así que ella y el hombre se renueven.

Por supuesto que el festival de la lluvia no puede detenerse, ni siquiera en la ciudad. La mujer de la despensa se escabulle por la acera con un diario sobre su cabeza. Las calles, lavadas súbitamente, se vuelven transparentes y cobran vida, y el ruido del tráfico se convierte en un chapoteo de fuentes. Uno casi podría pensar que el hombre urbano, bajo el chaparrón, tendría que tomar en cuenta a la naturaleza en su humedad y frescura, su bautismo y su renovación. Pero la lluvia no trae renovación a la ciudad, sino apenas para el clima del día siguiente, y el destello de las ventanas en altos edificios no tendrá entonces nada que ver con el nuevo cielo. Toda realidad permanecerá entre esos muros, en algún rincón, contándose y vendiéndose con una determinación fantásticamente compleja. Entretanto, los obsesionados ciudadanos se sumergen en la lluvia soportando la carga de sus obsesiones, levemente más vulnerables que antes, pero todavía captando muy escasamente las realidades externas. No ven que las calles brillan hermosamente, que ellos mismos están caminando sobre estrellas y agua, que van corriendo sobre cielos para alcanzar un ómnibus o un taxi, para protegerse de algún modo comprimidos por humanos irritados, los rostros de los avisos y el ruido opaco, cretino, de una música no identificada. Pero deben saber que allí afuera hay humedad. Tal vez hasta la sientan. Yo no podría decirlo. Sus quejas son mecánicas y carecen de aliento.

Naturalmente, nadie puede creer las cosas que ellos dicen acerca de la lluvia. Todo implica una mentira básica: solamente la ciudad es real. Ese tiempo, al no haber sido planeado, no estando fabricado, es una impertinencia, es un quiste en el rostro del progreso. (Apenas una sencilla operacioncita y todo ese despilfarro podría volverse relativamente tolerable. Que el comercio haga lluvia. Esto le daría significación).

Thoreau se sentaba en su cabaña y criticaba al ferrocarril. Yo me siento en la mía y cavilo sobre un mundo que, bueno, ha progresado. Debo leer Walden otra vez, y ver si Thoreau ya conjeturaba que él mismo era parte de lo que pensaba poder eludir. Pero no se trata de escapar. Ni siquiera es cuestión de protestar muy alto. La tecnología está acá, aún en la cabaña. Es cierto, la línea de la usina no está aquí todavía, por lo tanto tampoco ha llegado la General Electric. Cuando la usina y la General Electric entren tomadas de la mano a mi cabaña no será culpa de nadie, excepto la mía. Lo admito. A nadie trato de engañar, ni siquiera a mi mismo. Sufriré en silencio su fanfarronada y sus complacencias paternalistas. Les dejaré creer que saben lo que estoy haciendo acá.

Están convencidos de que me estoy divirtiendo.

Esto ya me lo hizo ver de un golpe mi linterna Coleman. Hermosa lámpara: quema gas blanco y canta defectuosamente, pero emite una fantástica luz verde con la que leo a Filoxenes, un ermitaño sirio del siglo sexto. Filoxenes encaja con al lluvia y el festival nocturno. Más sobre esto volveré dentro de un rato. Entretanto: ¿Qué me dice mi farol Coleman? (La filosofía Coleman viene impresa en la caja de cartón que, con remordimiento, no he barnizado como se requería, sino que tiré en la leñera detrás de los troncos de nogal). Coleman dice que la luz es buena, por esta razón: "Estira los días dando más horas de goce".

¿No puedo estar en los bosques sin alguna razón especial? ¡Estar en el bosque, de noche, en la cabaña, es algo demasiado excelente para justificarlo o explicarlo! Meramente es. Siempre hay algunos pocos que están en el bosque de noche, bajo la lluvia (porque si no los hubiera el mundo ya se habría terminado), y yo soy uno de ellos. No nos estamos divirtiendo, no estamos teniendo algo, no estamos estirando nuestros días, y si nos divirtiéramos ello no sería medido por horas. Aunque por cierto la diversión parece ser eso: un estado de excitación difusa que puede medirse con el reloj y estirarse con un artefacto.

No hay reloj capaz de medir el coloquio de esta lluvia que cae durante toda la noche en el monte anegado y solitario.

Por supuesto, a las tres y media de la madrugada pasa el avión del Comando Aéreo Estratégico, con su luz roja parpadeando, bajo las nubes, peinando las cumbres arboladas en el costado sur del valle, cargado con medicina poderosa. Muy fuerte. Lo suficiente como para calcinar todos estos bosques y nuestras horas de diversión hasta las eternidades.

Y ello me trae a Filoxenes, un sirio que se divertía en el siglo sexto, sin el beneficio de los artefactos y menos aún de disuasivos nucleares.

Filoxenes, en su novena memra (sobre la pobreza) a quienes viven en soledad, expresa que no hay explicación ni justificación para la vida solitaria, puesto que carece de ley. Ser un contemplativo, por lo tanto, es ser un fuera de la ley. Como lo fue Cristo. Como lo fue Pablo.

Quien no esté solo, dice Filoxenes, no ha descubierto su identidad. Parecería estar solo, tal vez se experimenta cono individuo. Pero al hallarse voluntariamente encasillado limitado por las leyes y las ilusiones de la existencia colectiva, no tiene más identidad que un nonato en el vientre. Aún no es consciente. Es un forastero de su propia verdad. Posee sentidos, pero no puede usarlos. Tiene vida, pero no identidad. Para tener identidad, tiene que despertar, y percibir. Pero para despertar, tiene que aceptar la vulnerabilidad y la muerte. No por ellas mismas: tampoco por estoicismo o desesperación. Sino únicamente por la invulnerable realidad interior que no podemos reconocer (que solamente podemos ser), pero a la cual despertamos recién cuando vemos la irrealidad de nuestra vulnerable corteza. El descubrimiento de este ser interior es un acto y una afirmación de la soledad.

Ahora bien, si tomamos nuestra corteza vulnerable como nuestra identidad verdadera, si pensamos que nuestra máscara es nuestra cara verdadera, la protegeremos con fabricaciones aunque ello nos cueste violar nuestra propia verdad. Tal parece ser el propósito colectivo de la sociedad: cuanto más se dedican a ello los hombres, más certeramente se vuelve una ilusión colectiva. hasta que al final tenemos la dinámica enorme, obsesiva e incontrolable de las fabricaciones diseñadas para proteger meras identidades ficticias. Es decir, sujetos considerados como objetos. Sujetos que pueden dar un paso atrás y verse a sí mismos divirtiéndose (una ilusión que les calma con la impresión de ser reales).

Tal es la ignorancia que se toma como fundamento axiomático de todo conocimiento en la colectividad humana: a fin de experimentarse a sí mismo como real uno tiene que suprimir su conciencia de ser incidental, su irrealidad, su estado de carencia radical. Esto se logra elaborando una percepción de uno mismo como alguien que no tiene necesidades que no pueda satisfacer de inmediato. Básicamente, se trata de una ilusión de omnipotencia: una ilusión que la colectividad se adjudica a sí misma, y que acepta compartir con sus miembros individuales de modo proporcional según se sometan a sus fabricaciones más centralizadas y más rígidas.

Uno tiene necesidades, pero si se porta bien y se conforma, puede tener una proporción del poder colectivo. Entonces podrá saciar todas sus carencias. entretanto, a fin de poder incrementar su poder sobre uno, la colectividad aumenta sus necesidades. También estrecha su reclamo de conformismo. De este modo, uno se compromete más y más con la ilusión colectiva de manera proporcional, según se vaya endeudando sin esperanzas con el poder colectivo.

¿Cómo funciona tal cosa? La colectividad instruye y modela tu voluntad de felicidad ("diviértete") brindándote imágenes irresistibles de vos mismo como te gustaría ser: divirtiéndote de un modo tan perfectamente creíble que no permite interferencias de dudas conscientes. Teóricamente, semejante diversión puede ser tan convincente que uno ya no percibe siquiera una remota posibilidad de que se vuelva algo menos gratificante. En la práctica, una diversión costosa siempre admite una duda, que desemboca en otra necesidad mayor, que por su parte exige una satisfacción todavía más creíble y más costosamente refinada, que de nuevo vuelve a fallarte. El ciclo concluye en la desesperación.

Dado que vivimos en el vientre de la ilusión colectiva, nuestra libertad resulta abortada. Nuestro potencial para el goce, la paz y la libertad jamás es liberado. Jamás puede utilizarse. Somos prisioneros de un proceso, una dialéctica de promesas falsas y decepciones reales que culminan en la futilidad.

Dice Filoxenes:"El niño nonato es ya perfecto y se halla plenamente constituido en su naturaleza con todos sus sentidos y miembros, pero no puede utilizarlos en sus funciones naturales. Porque en el vientre no le es posible fortalecerlos o desarrollarlos para tal uso".

Ahora bien, dado que a todas la cosas les llega su tiempo, hay un periodo para el nonato. Claro está, debemos comenzar en el vientre social. En el mito colectivo hay un tiempo para la calidez. Pero llega el momento de nacer. Quien nace espiritualmente como una identidad madura, queda liberado del vientre aprisionante del mito y del prejuicio. Aprende a pensar por sí mismo, no guiado ya por los dictados de la necesidad y por los sistemas y procesos diseñados para crear necesidades artificiales que luego serán satisfechas.

Esta emancipación puede tener dos formas: inicialmente, la de la vida activa, que se libera del sometimiento a la necesidad considerando y atendiendo las necesidades de los otros, sin ideas de interés personal o compensación. Y segundo, la vida contemplativa, que no debe construirse como una fuga del tiempo y la materia, de la responsabilidad social y de la vida de los sentidos, sino más bien como un avance hacia la soledad y el desierto, una confrontación con la pobreza y la variedad, una renuncia al Yo empírico, en presencia de la muerte y la nada, a fin de superar la ignorancia y el error que surgen del miedo a no ser nada. El hombre que osa estar solo puede llegar a ver que el vacío y la inutilidad que la mente colectiva teme y condena son condiciones fundamentales para el encuentro con la verdad.

Es en el desierto de la soledad y la vaciedad que el miedo a la muerte y la necesidad de autoafirmacion se descubren como ilusorios. Cuando esto se ve de frente, la angustia no es necesariamente vencida, pero puede aceptarse y comprenderse. Así en el corazón de la angustia se hallan los dones de la paz y la comprensión: no simplemente en la iluminación y la liberación personales, sino mediante el compromiso y la afinidad, ya que el contemplativo debe asumir la angustia universal y su ineludible condición de hombre mortal. El solitario, lejos de confinarse en sí mismo, se vuelve cada hombre. Habita en la soledad, la pobreza, la indigencia de todo hombre.

Es en ese sentido que el ermitaño, según Filoxenes, imita a Cristo. Pues en Cristo, Dios toma para Sí la sociedad y el desamparo del hombre: todo hombre. Desde el instante en que Cristo se fue al desierto para ser tentado, la soledad, la tentación y el hambre de cada hombre se volvieron la soledad, la tentación y el hambre de Cristo. Pero en cambio, el don de la verdad con que Cristo disipó los tres tipos de ilusión ofrecidos en su tentación (seguridad, prestigio y poder) puede convertirse en nuestra propia verdad, solo si podemos aceptarlo. También se nos ofrece en la tentación. Dijo Filoxenes: "Ve tú al desierto sin llevar contigo nada del mundo, y contigo irá el Espíritu Santo. Mira la libertad con que Jesús se fue y vete como El; mira dónde ha dejado las reglas del hombre; deja las reglas del mundo donde El dejó la ley y sal con El a combatir el poder del error".

¿Y dónde se encuentra el poder del error? Después de todo hallamos que no estaba en la ciudad, sino en nosotros mismos.

Hoy en día, las reflexiones de un Filoxenes han de buscarse menos en los tratados de los teólogos que en las meditaciones de los existencialistas y en el Teatro del Absurdo. El problema de Berenger, en el Rinoceronte de Ionesco, es el problema de la persona humana desamparada y sola en lo que amenaza volverse una sociedad de monstruos. En el siglo sexto Berenger tal vez se habría ido al desierto de Escitia, sin preocuparse demasiado porque todos sus conciudadanos, todos sus amigos y hasta su novia Margarita se han convertido en rinocerontes.

Hoy el problema es que ya no quedan desiertos, solamente hay bungalows para turistas.

Las islas desiertas son sitios donde los perversos personajes infantiles de El Señor de las Moscas se topan cara a cara con el Señor de las Moscas, constituyen una pequeña, hermética y feroz colectividad de rostros pintarrajeados, y se arman con lanzas para cazar al último componente de su grupo que todavía recuerda nostálgicamente las posibilidades del debate racional.

Cuando Berenger descubre repentinamente que es el último humano en un rebaño de rinocerontes, se mira al espejo y dice humildemente: "Después de todo, el hombre no es tan malo como parece, ¿verdad?". Pero su mundo ahora se estremece fuertemente con la estampida de sus metamorfoseados congéneres, y pronto se da cuenta que la mismísima estampida es el más elocuente y trágico de todos los argumentos. Pues cuando considera el salir a la calle "para tratar de convencerlos", se da cuenta de que "tendría que aprender su lenguaje". observándose en el espejo, nota que ya no se parece a nadie. busca enloquecido una foto de la gente como era antes del gran cambio. Pero ahora la humanidad misma se ha vuelto increíble, así como horripilante. Ser el último humano en un rebaño de rinocerontes resulta, de hecho, ser un monstruo.

Ese es el problema en que nos sitúa Ionesco con su trágica ironía: la soledad y el discernimiento se vuelven cada vez y más imposibles, más y más absurdos. Que Berenger acepte finalmente su absurdo y corra a desafiar a todo el rebaño, solamente remarca la futilidad de un compromiso con la rebelión. Al mismo, con Le Nouvel Locataire (El Nuevo Inquilino), Ionesco pinta el absurdo de un individualismo lógicamente coherente que, de hecho, es un auto-aislamiento mediante la seudo-lógica de necesidades y posesiones en proliferación.

Ionesco se quejó porque la producción de Rinoceronte en Nueva York se encaró como una farsa: la llamó un malentendido absoluto. Se trata de una pieza no solamente contra el conformismo sino sobre el totalitarismo. El rinoceronte no es una bestia amable, y teniéndole cerca se acaba la diversión y las cosas se ponen serias. Todo tiene que tener sentido y ser totalmente útil para el operativo absolutamente obsesivo. Al mismo tiempo, Ionesco fue criticado por no darle al público "algo positivo" para llevárselo consigo, en vez de solamente rechazar la aventura humana. (Presumiblemente, la rinoceritis ¡es lo último en aventuras humanas!). Respondió: "Ellos (los espectadores) se van vacíos, y esa era mi intención. ¡El oficio de un hombre libre es salirse de este vacío mediante su propio poder y no con el poder de otra gente!" En esto Ionesco se aproxima mucho al Zen y al eremitismo cristiano.

"En todas las ciudades del mundo es lo mismo", dice Ionesco. "El hombre universal y moderno es el hombre apresurado (o sea, el rinoceronte), un hombre carente de tiempo, prisionero de la necesidad, incapaz de entender que una cosa podría no tener utilidad; y menos comprender que, en el fondo, lo útil podría ser una carga inservible y deslomadora. Si no se entiende la utilidad de lo inútil y la inutilidad de lo útil, no puede entenderse el arte. Y un país donde el arte es incomprendido es un país de esclavos y de robots" (Notes et Contre Notes, pág. 129). La rinoceritis, añade, es la enfermedad que se encuentra al acecho "de quienes han perdido el sentido y el gusto por la soledad".

El amor a la soledad es a veces condenado como "un odio a nuestro prójimo". ¿Es esto verdad? Si llevamos más lejos nuestro análisis del pensamiento colectivo, encontramos que la dialéctica del poder y la necesidad de la sumisión y la satisfacción terminan siendo una dialéctica del odio. El colectivismo necesita no sólo absorber a todo el que pueda, sino también implícitamente odiar a todo el que no es posible absorber. Paradógicamente, una de las necesidades del colectivismo es excluir a ciertas clases, o razas, o grupos, para reforzar su propia conciencia de sí mismo, odiándolos en vez de absorverlos.

Así, el solitario no puede sobrevivir, a menos que sea incapaz de amar a todos, sin preocuparle el hecho de que posiblemente todos lo considerarán un traidor. Solamente el hombre que ha alcanzado plenamente su propia identidad espiritual puede vivir sin la necesidad de matar, y sin la necesidad de una doctrina que le permita hacerlo con buena conciencia. Siempre habrá un lugar, dice Ionesco, "para esas conciencias que se han alzado a favor de la conciencia universal" así como contra la mente masificada. Pero su lugar es la soledad. No tienen otro. Por eso es el solitario (sea en la ciudad o en el desierto) quien le hace a la humanidad el inestimable favor de recordarle su genuina capacidad de madurez, libertad y paz.

Para mi suena mucho a lo que dice Filoxenes.

Y suena como lo que dice la lluvia. Soportamos todavía esta carga de ilusión porque no osamos soltarla. Sufrimos todas las necesidades que la sociedad nos exige sufrir, porque si no tenemos tales necesidades perdemos nuestra utilidad en la sociedad -la utilidad de los tontos y los engañados-. Tememos estar solos y ser nosotros, para recordarles así a los demás la verdad que los habita.

"No os haré ricos como para que tengáis necesidad de muchas cosas", dice Filoxenes (poniendo estas palabras en labios de Cristo), "pero os haré ricos verdaderos que no tienen necesidad de nada. Ya que no es rico el que tiene muchas posesiones, sino el que no tiene necesidades". obviamente, siempre tendremos algunas necesidades. Pero sólo el que tenga las necesidades más sencillas y naturales podrá considerarse sin necesidades, dado que las únicas que tiene son auténticas, ¡y las reales no son difíciles de satisfacer si uno es un hombre libre!

La lluvia ha cesado. El sol de la tarde se inclina a través de los pinos: ¡cómo huelen esas agujas inservibles en el aire claro!

Un diente de león, bien fuera de estación, ha conseguido florecer entre las aplastadas hojas de lirios del verano pasado. El valle resuena con la charla totalmente no informativa de las quebradas y el agua silvestre.

Entonces, las codornices inician su dulce silbido entre los arbustos húmedos. Su ruido es absolutamente inservible, así como el deleite que me producen. No hay nada que prefiera oír a cambio, no porque sea mejor ruido que otros, sino porque es la voz del momento presente, del presente festival.

Sin embargo, hasta aquí mismo tiembla la tierra. Allá, en Fort Knox, el rinoceronte se divierte.


Thomas Merton (Prades, Francia, 1915 - Bangkok, 1968), monje trapense, poeta y pensador estadounidense. Está considerado como uno de los escritores sobre espiritualidad más influyentes del siglo XX. Foto: Miguel Grinberg (1964)




viernes, 17 de septiembre de 2010

Breve Historia Ilustrada de la Humanidad

Publicado en http://obviousmag.org/

Por mayor que sea el esfuerzo para contar la historia de la humanidad, ésta es tan extensa, compleja y rellena de detalles que hace esta tarea casi imposible. La propuesta aquí expuesta es la de contar esa historia con imágenes.

Para mí, el viaje a lo largo del tiempo fue tremendamente interesante por dos motivos:

- Nunca encontré un resumen tan bueno
- Considero ser capaz de identificar cuatro tendencias que se repiten cíclicamente a lo largo del tiempo: Guerra, Mujeres, Sexo e Intrigas.

¿Serán mis ojos?

miércoles, 4 de agosto de 2010

Richard Heinberg: “La gran fiesta de la sociedad industrial ha llegado a su fin”


Es experto en energía y uno de los más efectivos divulgadores de la urgencia de acabar con la dependencia de los combustibles fósiles
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Por Carlos Fresneda

Richard Heinberg no tiene vocación de aguafiestas, aunque el libro que le valió el reconocimiento mundial se titula precisamente así: The Party’s Over. Su visión del futuro es cruda, pero relativamente esperanzadora. Pese a los nubarrones en el horizonte, aún confía en la capacidad de adaptación del hombre a la sociedad post-carbono, la que brotará tras la borrachera industrial del último siglo.

En Peak Everything, publicado durante la orgía económica que precedió a la gran recesión, Heinberg pronosticaba ya el inevitable declive de casi todo en el siglo XXI, empezando por el petróleo. En Blackout intenta alumbrar varios escenarios de futuro si logramos superar la última e inconfesable dependencia del carbón.

“En el siglo XXI seremos 100% renovables, por el simple agotamiento de las energías fósiles”, vaticina. Pero la transición será larga y dolorosa, advierte, y supondrá una profunda transformación del modelo económico y de nuestros estilo de vida. Desde el mirador del Post Carbon Institute en Santa Rosa (California), Heinberg se asoma al futuro incierto que dejaron los líderes mundiales a su paso por Copenhague.

¿Cuál es la lección que podemos sacar de la crisis? ¿Se acabó realmente la fiesta?
Sin ninguna duda. La gran fiesta de la sociedad industrial ha llegado a su fin. Todas las deudas ambientales del último siglo están convergiendo al mismo tiempo… La crisis financiera no ha sido más que el preámbulo, y estuvo precedida –no lo olvidemos– de una subida fulgurante del precio del petróleo. El agotamiento de los combustibles fósiles nos va a forzar a cambiar radicalmente de modelo económico y de estilo de vida. Si encima le añadimos la presión del cambio climático, la situación es aún más urgente e imperiosa.

Pero las grandes potencias, empezando por Estados Unidos y China, no dan su brazo a torcer. ¿Hay aún algún atisbo de esperanza después de lo visto en Copenhague?
El acuerdo ha sido muy pobre; ya lo eran de antemano las expectativas… La preocupación común, y más en estos momentos críticos, es el crecimiento económico. El clima ha ido siempre por detrás y nada cambiará realmente hasta que no se ponga al mismo nivel. Estamos ante el final del crecimiento económico tal y como lo hemos conocido, pero nuestros gobernantes y sus economistas se niegan a aceptarlo y siguen funcionando con la misma lógica que nos ha llevado a esta situación.

¿Incluido Obama?
Barack Obama está en una encrucijada política, y no veo que esto vaya a cambiar pronto. Llegó a la cumbre de Copenhague con un mandato muy débil, pendiente aún de la aprobación en el Senado. En Estados Unidos estamos viendo ya la puesta en marcha de algún tipo de legislación para controlar las emisiones, pero son avances muy pequeños, ya digo. En este país hay una minoría muy activa, y movimientos emergentes, como el que pretende paralizar la apertura de nuevas centrales térmicas de carbón. Pero luego hay una realidad a la que nos tenemos que enfrentar: la mayoría de los ciudadanos norteamericanos no cree que la actividad humana esté contribuyendo al cambio climático.

El pico del petróleo

¿Pagaremos antes la factura del cambio climático o la del pico del petróleo?
Las dos facturas las hemos empezado a pagar ya, incluso en Estados Unidos. El desastre del Katrina y el aumento espectacular de los combustibles en el verano del 2008 han sido dos poderosas advertencias. En 1972, el Club de Roma divulgó su famoso estudio anticipando que el crecimiento económico iba a tocar techo en algún momento del siglo XXI. Pues bien, creo que ese momento se ha anticipado y podemos estar ya en él.

¿Hemos llegado ya al pico del petróleo?
El pico pudo haberse producido perfectamente en el 2008. Si bajarom luego los precios fue por la caída de la demanda. En dos o tres años, cuando la demanda vuelva a los mismos niveles, habrá caído la producción. En fin, hemos entrado en el definitivo callejón sin salida… Con la explotación de los pozos de Irak, las cosas pueden variar ligeramente. Tal vez se vuelva a producir más petróleo de aquí al 2015, pero será una situación temporal que apenas servirá para prolongar la fiesta. El petróleo barato se ha acabado o está a punto de acabarse.

¿Y qué me dice del petróleo del Ártico? Las grandes potencias están tomando ya posiciones para el reparto…
El petróleo del Ártico es muy caro, y no bajará de 70 u 80 dólares el barril. Y con esos precios llegaremos a situaciones sin salida como la que experimentamos en el verano del 2008 y que aceleró el camino hacia la recesión.

¿Y el carbón? Sus defensores sostienen que aún hay carbón barato para 200 años…
El 50% de la energía en Estados Unidos es producida por el carbón. Somos, por así decirlo, la Arabia Saudí del carbón. Pero a los niveles actuales de consumo de energía, con China devorando sus reservas al ritmo actual, no es muy arriesgado predecir que el carbón alcanzará un pico entre el 2025 y el 2030. De hecho, China está comprando ya minas en Australia ante el previsible agotamiento de sus recursos. China no puede mantener por mucho tiempo más sus niveles artificiales de crecimiento económico al 8% anual. Tarde o temprano se va a topar con sus propios límites, y uno de ellos puede ser fácilmente el carbón.

¿Cree usted en el carbón limpio?
No hay carbón limpio. Hoy por hoy, es la fuente de energía más sucia que existe, la que más estragos causa en el medio ambiente y más contribuye al cambio climático. Las nuevas tecnologías para mitigar sus efectos y secuestrar el CO2 van a resultar muy caras. No tiene sentido invertir en una infraestructura de aquí a varias décadas si en ese tiempo vamos a dejar de usar carbón. Tiene más sentido invertir ese dinero en energías limpias.

James Lovelock, James Hansen y otros renombrados científicos sostienen que la energía nuclear es parte de la respuesta la cambio climático. ¿Cuál es su postura?
La energía nuclear es y seguirá siendo residual. Hay muy poderosas razones ambientales para oponerse a ella, aunque la de más peso es sin duda la económica. Las inversiones son muy caras y sólo tienen sentido a largo plazo. Con los 435 reactores que funcionan hoy en día, podríamos alcanzar el pico del uranio entre el 2040 y el 2050. Con más reactores, el pico se adelantaría aún más. ¿Qué sentido tiene invertir ahora si el suministro no está garantizado?


Fuente: Integral (Barcelona)

sábado, 17 de julio de 2010

El derecho a no ser pobre





Viernes 11 de Julio de 2008


por Roberto Bissio

En uno de los documentos políticos más bellos e influyentes del mundo, la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos justificaba en 1776 la revolución política de las trece colonias inglesas en un derecho dado por “las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza”, y consideraba “evidente” que “todos los hombres son creados iguales” y “dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables”.

Sin embargo, la determinación de cuáles son estos derechos, quiénes sus titulares y cómo se los garantiza nunca ha sido “evidente”, como lo muestra el hecho de que la mayoría de los firmantes de aquel documento poseían esclavos.

Olympe de Gouges percibió esta contradicción, y la denunció en una obra de teatro llamada La esclavitud de los negros. Cuando los revolucionarios franceses aprueban en asamblea la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, en 1789, escribió una “Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana” que comenzaba con las palabras “Hombre, ¿eres capaz de ser justo?”. Fue guillotinada.

En diciembre de 1948, la Asamblea General de las recién creadas Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sobre el horror de los “actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. El texto se refiere a “todos los miembros de la familia humana”, proclama el fin de la esclavitud, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y recoge en su preámbulo la necesidad de liberar a todos “del temor y de la miseria”.

La Declaración Universal consagra el derecho a la seguridad social (artículo 22), al trabajo (artículo 23), al descanso (artículo 24), a la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales (artículo 25), y a la educación (artículo 26). Sin embargo, estos derechos económicos, sociales y culturales quedaron en la práctica reducidos a una expresión de deseos. Ningún derecho es efectivamente tal hasta que la persona a la que se le niega puede recurrir a la justicia para hacerlo valer y los mecanismos internacionales de defensa de los derechos humanos trabajosamente creados en los últimos sesenta años le permiten recurrir a la protección internacional cuando se violan sus derechos civiles y políticos, pero no los otros, como si fuera diferente ser víctima “del temor” -a la tortura, la prisión indebida, la censura, la desaparición forzada y tantos etcéteras- que de “la miseria”.

Todo eso cambió, o comenzó a cambiar, el 18 de junio, cuando el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó en Ginebra la resolución A/HRC/8/L. 2/Rev.1/Corr.1 titulada “Protocolo Facultativo al Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales (PIDESC)”. Lo que se esconde bajo este críptico lenguaje legal es que ahora las personas podrán presentar denuncias individuales o colectivas ante la comunidad internacional cuando sus derechos a salir de la miseria sean violados.

A juicio de Amnesty International, la mayor organización civil de defensa de los derechos humanos, éste es “un hecho histórico en la lucha por asegurar a las víctimas el acceso a la justicia”, ya que “las violaciones a los derechos a la salud, la educación, la vivienda adecuada, la comida, el agua o el saneamiento son sentidas más severamente por los grupos marginalizados y las personas que viven en la pobreza”.

También el Papa, a través de su representante en Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi, felicitó a Catarina de Albuquerque, la diplomática portuguesa que presidió las trabajosas negociaciones intergubernamentales por la aprobación del documento, ya que “históricamente los derechos económicos, sociales y culturales han sido considerados demasiado vagos para ser considerados por la justicia como base de quejas individuales y, en este sentido, eran vistos como derechos de segunda clase”.

El nuevo texto legal, que entrará en vigor una vez que sea ratificado por diez países, genera un mecanismo internacional de quejas y un procedimiento de investigación permanente, similares a los existentes para los restantes pactos de derechos humanos, a los que pueden recurrir las víctimas que no tienen acceso a la protección de la justicia en su país, no cuentan con la posibilidad de hacerlo o enfrentan demoras injustificadas en sus demandas a nivel nacional.

Se prevé su utilización, por ejemplo, por parte de los niños romani (gitanos) excluidos de la educación en muchos países europeos o de las víctimas de violación a sus derechos a la vivienda en varios países pobres.

Los derechos para los cuales el sistema internacional ya admite protección son aquellos que exigen que los estados se abstengan de violarlos: no torturar, no censurar, no expropiar a nadie de sus posesiones. Cuando se trata de pasar de la no violación a la acción positiva, educando, sanando o proveyendo agua potable, eso implica gastos que, como expresó el delegado de Estados Unidos, “deben ser realizados de acuerdo con los recursos disponibles y, por lo tanto, no pueden ser sujetos a adjudicación judicial”.

La Convención de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) no condena a ningún país por ser pobre o porque muchos de sus ciudadanos y ciudadanas lo sean, pero sí reclama la “realización progresiva” de estos derechos “al máximo de sus recursos disponibles y sin discriminación”. Así, toda regresión o reducción en la prestación de servicios públicos esenciales sin una plena justificación es una clara violación de los derechos humanos contra la cual ahora las víctimas tendrán la posibilidad de recurrir ante un mecanismo internacional.

Japón insistió en las discusiones en la necesidad de elaborar normas que reconozcan las diferencias entre países e India demandó criterios para determinar a qué obliga realmente la “realización progresiva” de estos derechos. ¿El “máximo de los recursos disponibles” incluye el dinero que se gasta en otras prioridades rivales como la defensa? Cuando el Estado reduce las barreras arancelarias u otorga exenciones impositivas a las empresas, lo que reduce sus ingresos y provoca la reducción consiguiente de sus servicios públicos, ¿eso implica la violación de sus obligaciones en materia de derechos humanos? El principal obstáculo para la realización en muchos países no es una cuestión de escasez, sino de distribución desigual y falta de voluntad política.

Son temas difíciles, tal como lo fue abolir la esclavitud o reconocer a las mujeres el derecho al voto, que no era obvio cuando hace sesenta años se aprobó la Declaración Universal. Pero ahora la mitad pobre del mundo puede reclamar ante un juez su derecho a no vivir en la miseria.




HACIA UNA ACTITUD ECOLÓGICA PROFUNDA


14 de Julio de 2010 · Por jbcs.blogspot.com*

Afortunadamente, es claro que la preocupación ecológica se está extendiendo en la sociedad, pero hay que evitar quedarse en una actitud superficial.

Hay dos actitudes

a) Una es la de los "ambientalistas". Actúan como bomberos, apagando fuegos: hoy piden que un parque sea declarado nacional, mañana protestan contra la construcción de una represa, pasado mañana contra una mina... Está bien lo que hacen, y es necesario hacerlo, pero no basta, no resuelve los problemas; simplemente cura síntomas, pone parches, pero permite que problema principal, la causa continúe ahí.

La actitud superficial identifica los problemas ecológicos en aquello que impide el funcionamiento de la "sociedad moderna desarrollada" (agotamiento o contaminación de los recursos, desastres...). Confía en que las soluciones tecnológicas industriales podrán mantener los daños dentro de límites soportables. No se le ocurre cuestionar el mito del desarrollo ilimitado, del crecimiento económico constante... Es decir, está dentro del sistema, es deudora de la misma mentalidad que ha causado el problema ecológico. Propone una política de soluciones que no cortan el mal, sino que lo prolongan... Decía -Einstein que un mal no se puede arreglar con una solución que está dentro de la misma mentalidad que causó el problema. La actitud ecológica ambientalista -también llamada reformista o superficial- está bien intencionada, pero no es la solución.

b) Otra actitud es la radical, que quiere ir a la raíz de los problemas. Las varias corrientes ecológicas que aquí se agrupan coinciden en identificar esa raíz en -las ideas y representaciones que han posibilitado la depredación de la naturaleza y han llevado al mundo occidental hacia la autodestrucción. Proponen luchar por un cambio en las ideas profundas que sostienen nuestra civilización y configuran nuestra forma de relación con la naturaleza, relación que nos ha llevado al desastre actual y a la previsible catástrofe.

La actitud ecológica radical implica una crítica a los fundamentos culturales de Occidente. Cuestiona fundamentalmente: la primacía absoluta que damos a los criterios económico-materiales para medir la felicidad y el progreso; la creencia en la posibilidad de un crecimiento constante e ilimitado tanto en economía como en comodidades y en población humana, como si no hubiera límites o no los estuviéramos ya sobrepasando; la creencia de que la tecnología y el crecimiento solucionarán todos los problemas; la ignorancia crasa de la complejidad de la vida en este planeta, y el absurdo de una economía que todo lo cuantifica menos los costos ecológicos...

Este concreto -viejo paradigma, esta forma tradicional de pensar, que tiene raíces filosóficas y hasta religiosas, es lo que nos ha puesto históricamente en guerra contra la naturaleza, contra la biodiversidad, contra los bosques, los ríos, la atmósfera, los océanos... Sólo cambiando esa vieja forma de pensar nos podemos reconciliar con el planeta. Ésta es la actitud llamada "ecología profunda" (cfr pág. 46), eco-sicología, ecología fundacional, radical o revolucionaria.

Comparación entre las dos actitudes ecológicas

La segunda actitud, la radical, trata de buscar:

No sólo los síntomas (contaminación, desastres), sino las causas (modelo de relación con la naturaleza).

No sólo el bien de los humanos, sino el bien de la vida, de toda vida, por su propio valor intrínseco.

No sólo acciones paliativas, sino cambio de ideas, de presupuestos filosóficos, estilos de vida, valores éticos, autocomprensión de nosotros mismos... o sea, mentalidad nueva, "cambio de paradigma".

No tanto cambiar la naturaleza, cuanto cambiarnos a nosotros mismos (una ecología también "interior").

No considerarlo todo en función del ser humano (antropocentrismo), sino poner a la vida en el centro (biocentrismo) y al ser humano entre los demás seres (valoración conjunta de todos los seres).

Reconsiderar nuestra "superioridad" humana, superando nuestra clásica infravaloración de la naturaleza (considerándola "materia" inerte, mero repositorio de objetos y recursos...), y dejando de considerarnos sus dueños y señores absolutos.

Una actitud ecológica integral

No basta, pues, una actitud de "cuida-do" de la naturaleza (no dilapidar, ahorrar, calcular e integrar a partir de ahora los costos ecológicos...). Eso está muy bien, pero hace falta mucho más.

Es necesario llegar a redescubrir a la Naturaleza...:

  • como nuestro ámbito de pertenencia,
  • como nicho biológico, como una placenta,
  • como camino de desarrollo y camino espiritual,
  • como revelación mayor para nosotros mismos.

Es una nueva forma de entender no sólo al cosmos, sino a nosotros mismos dentro de él, una verdadera "revolución copernicana". Un "nuevo paradigma".

Un "cambio de lugar cósmico" y otros cambios

Igual que la teología de la liberación habla de la necesidad de cambiar de "lugar social" (aquel sector o polo de la sociedad desde el que uno siente que vive y experimenta la historia, desde el sistema o desde los pobres), el nuevo paradigma de la ecología profunda nos pide también un cambio de "lugar cósmico". La mentalidad clásica tradicional nos hizo sentirnos como -fuera de la naturaleza (distintos), y -por encima de ella (enteramente superiores)... No nos considerábamos "naturaleza", sino "sobre-naturales", venidos "de afuera, y de arriba". Únicamente el ser humano tenía alma, mente y espíritu... Y la historia, en un plano superior al de la naturaleza, comenzaba siempre con el ser humano, considerando irrelevante y hasta ignorando la historia cósmica de casi 13.700 millones de años anterior a nosotros...

En el paradigma de la ecología profunda pasamos a sentirnos cosmos, a saber que somos -literalmente, sin recurso a la metáfora- "polvo de estrellas", naturaleza evolutiva, Tierra, que, en nosotros, llega a sentir, a pensar, a tomar conciencia de sí misma, a admirar y a contemplar...

La actitud ecológica profunda nos lleva a aceptar una serie de transformaciones asociadas:

  • auto-destronamiento: bajarnos del endiosamiento en que nos habíamos situado, y superar la ruptura y la incomunicación con la naturaleza;
  • superar el antropocentrismo, el mirarlo todo en función del interés del ser humano, pasando a considerar la centralidad de la vida, el "biocentrismo", desde el que todas las formas de vida tienen valor por sí mismas;
  • asumir nuestra historia cósmica evolutiva, sabiendo que somos su resultado final, la flor que lleva en sí misma en síntesis toda la historia de este caos-cosmos que se está desplegando ante nosotros gracias a la nueva cosmología, el "nuevo relato" que las ciencias nos están presentando, y no sólo una historia doméstica encerrada en los 3000 últimos años, a la que nos habían acostumbrado las grandes religiones;
  • revalorización de "lo natural", es decir, superación del prejuicio de que un "pecado original" lo estropeó todo primordialmente, e hizo pecaminoso y "enemigo del alma" al mundo, al sexo, al placer... y recuperar la seguridad de que el principio de todo fue más bien una "bendición original"...
  • redescubrir una idea y una imagen de Divinidad que no necesite de más "transcendencia" metafísica que de inmanencia en la materia, y que no quede en ningún caso separada de la realidad, en un 2º piso.

Una visión holística

Todo ello es una visión nueva, no antropocéntrica, sino holística: miramos ahora desde el todo (naturaleza), en vez de desde la parte (ser humano). Y creemos en la primacía del todo sobre la parte. El ser humano necesita de la Naturaleza para subsistir, la Naturaleza se las arregla muy bien sin el ser humano. El humanismo clásico postulaba que el ser humano era el único portador de valores y significado, y que todo lo demás era materia bruta a su servicio... Ha sido una visión gravemente equivocada, que nos ha puesto en contra de la naturaleza, y que ha de ser erradicada.

No se trata sólo de "cuidar" el planeta porque nos interesa, o porque está amenazada nuestra vida, o por motivos económicos, ni para evitar la catástrofe que se avecina... Todos estos motivos son válidos, pero no son los únicos, ni los principales, y aunque no estuvieran ahí, seguiríamos necesitando una "conversión ecológica" de nuestro estilo de vida, de nuestra mentalidad, incluso de nuestra espiritualidad. Necesitamos "volver a la Casa Común", a la Naturaleza, de la que, indebidamente, nos autoexiliamos en algún momento -todo apunta a que fue al comienzo del Neolítico, con la revolución agraria y urbana-.

Captar estos motivos más profundos, descubrir la ecología como "eco-sofía", como camino de sabiduría para nuestra propia realización personal, social y espiritual, es haber llegado a descubrir la "ecología profunda" como dimensión humana ineludible, para vivir en plenitud la comunión y la armonía con todo que somos, sabiéndolo y saboreándolo.

*Fuente:

http://jbcs.blogspot.com/2010/02/hacia-una-actitud-ecologica-profunda.html

Más info:

· VIDEO: La Abuela Margarita

La Abuela Margarita: Margarita Núñez Álvarez, conocida como la Abuela Margarita, descendiente y curandera de las culturas Maya y Chichimeca trae un mensaje de amor y espiritualidad ligado a la tierra desde lo femenino. Conocida y respetada entre los círculos indígenas de todo el mundo, esta mujer originaria del norte de México se ha convertido en vocera de la mujer. La abuela ha sido llamada desde muchos extremos del planeta para que su palabra sea oída. Ella proclama valores de la mujer como generadora y transformadora de la sociedad y lleva con su palabra de tradición y como guardiana del origen a nuevas miradas del mundo y de la vida.


¡Banca ecologista en el Parlamento Británico!

<b>¡Banca ecologista en el Parlamento Británico!</b>
Caroline Lucas - Ecologista

Histórico triunfo electoral de los Ecologistas en Gran Bretaña

Verdes británicos entran por primera vez en el Parlamento de Westminster

La Coordinadora Verde de España felicita a Carolina Lucas (49 años), primera diputada de Los Verdes de Inglaterra y Gales en el Parlamento británico. Fue elegida con 31 por 100 de los votos en la circunscripción de Brighton, por delante de los candidatos laboristas (28.9 por 100), conservadores (23,7 por 100) y liberales (13.8 por 100).

En palabras de Sonia Ortiga, coportavoz de la Coordinadora Verde , "hoy es un gran día para el ecologismo político inglés y británico, y enviamos nuestra enhorabuena a nuestra compañera Carolina Lucas por este estupendo resultado. Nos alegra ver que a pesar del sistema mayoritario a una sola vuelta, que tanto favorece a los partidos tradicionales, seabre un espacio cada vez mayor para otras propuestas políticas como la alternativa verde. Es una enorme esperanza que nos envía el Green Party: a pesar de nuestro sistema electoral injusto, también es posible en España".


Añade el coportavoz de la organización ecologista Florent Marcellesi: "Está soplando un viento muy propicio para la ecología política en toda Europa. Tras los estupendos resultados de Europe Écologie en Francia, la entrada de los verdes húngaros en su parlamento nacional, el primer eurodiputado verde en Grecia y ahora la primera diputada en el Parlamento de Westminster, estamos con mucho ánimo para seguir construyendo la alternativa verde en España y obtener también nuestros primeros escaños verdes en el Congreso en 2012."




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Uno de los más inspirados exploradores del impulso evolutivo de la consciencia humana durante el siglo XX y la era actual, publicó revistas emblemáticas como Mutantia, fundó redes ecologistas en variadas latitudes, desarrolló el concepto de Multiversidad, creó la dinámica meditativa Holodinamia y mediante traducciones, ediciones y obra personal ha concretado más de cincuenta libros inspirados por su sensibilidad poética, espiritual y visionaria. Ha traducido a Thomas Merton, Mahatma Gandhi, Jalaludín Rumi, el Maestro Eckhart, William Blake y otros. Sus obras más recientes son la 4ª edición de Cómo vino la mano, Celebración de la vida intensa, Desarrollo intuitivo, Somos la gente que estábamos esperando, Ternura: deleite supremo y Poesía y Libertad.

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