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miércoles, 4 de agosto de 2010

Richard Heinberg: “La gran fiesta de la sociedad industrial ha llegado a su fin”


Es experto en energía y uno de los más efectivos divulgadores de la urgencia de acabar con la dependencia de los combustibles fósiles
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Por Carlos Fresneda

Richard Heinberg no tiene vocación de aguafiestas, aunque el libro que le valió el reconocimiento mundial se titula precisamente así: The Party’s Over. Su visión del futuro es cruda, pero relativamente esperanzadora. Pese a los nubarrones en el horizonte, aún confía en la capacidad de adaptación del hombre a la sociedad post-carbono, la que brotará tras la borrachera industrial del último siglo.

En Peak Everything, publicado durante la orgía económica que precedió a la gran recesión, Heinberg pronosticaba ya el inevitable declive de casi todo en el siglo XXI, empezando por el petróleo. En Blackout intenta alumbrar varios escenarios de futuro si logramos superar la última e inconfesable dependencia del carbón.

“En el siglo XXI seremos 100% renovables, por el simple agotamiento de las energías fósiles”, vaticina. Pero la transición será larga y dolorosa, advierte, y supondrá una profunda transformación del modelo económico y de nuestros estilo de vida. Desde el mirador del Post Carbon Institute en Santa Rosa (California), Heinberg se asoma al futuro incierto que dejaron los líderes mundiales a su paso por Copenhague.

¿Cuál es la lección que podemos sacar de la crisis? ¿Se acabó realmente la fiesta?
Sin ninguna duda. La gran fiesta de la sociedad industrial ha llegado a su fin. Todas las deudas ambientales del último siglo están convergiendo al mismo tiempo… La crisis financiera no ha sido más que el preámbulo, y estuvo precedida –no lo olvidemos– de una subida fulgurante del precio del petróleo. El agotamiento de los combustibles fósiles nos va a forzar a cambiar radicalmente de modelo económico y de estilo de vida. Si encima le añadimos la presión del cambio climático, la situación es aún más urgente e imperiosa.

Pero las grandes potencias, empezando por Estados Unidos y China, no dan su brazo a torcer. ¿Hay aún algún atisbo de esperanza después de lo visto en Copenhague?
El acuerdo ha sido muy pobre; ya lo eran de antemano las expectativas… La preocupación común, y más en estos momentos críticos, es el crecimiento económico. El clima ha ido siempre por detrás y nada cambiará realmente hasta que no se ponga al mismo nivel. Estamos ante el final del crecimiento económico tal y como lo hemos conocido, pero nuestros gobernantes y sus economistas se niegan a aceptarlo y siguen funcionando con la misma lógica que nos ha llevado a esta situación.

¿Incluido Obama?
Barack Obama está en una encrucijada política, y no veo que esto vaya a cambiar pronto. Llegó a la cumbre de Copenhague con un mandato muy débil, pendiente aún de la aprobación en el Senado. En Estados Unidos estamos viendo ya la puesta en marcha de algún tipo de legislación para controlar las emisiones, pero son avances muy pequeños, ya digo. En este país hay una minoría muy activa, y movimientos emergentes, como el que pretende paralizar la apertura de nuevas centrales térmicas de carbón. Pero luego hay una realidad a la que nos tenemos que enfrentar: la mayoría de los ciudadanos norteamericanos no cree que la actividad humana esté contribuyendo al cambio climático.

El pico del petróleo

¿Pagaremos antes la factura del cambio climático o la del pico del petróleo?
Las dos facturas las hemos empezado a pagar ya, incluso en Estados Unidos. El desastre del Katrina y el aumento espectacular de los combustibles en el verano del 2008 han sido dos poderosas advertencias. En 1972, el Club de Roma divulgó su famoso estudio anticipando que el crecimiento económico iba a tocar techo en algún momento del siglo XXI. Pues bien, creo que ese momento se ha anticipado y podemos estar ya en él.

¿Hemos llegado ya al pico del petróleo?
El pico pudo haberse producido perfectamente en el 2008. Si bajarom luego los precios fue por la caída de la demanda. En dos o tres años, cuando la demanda vuelva a los mismos niveles, habrá caído la producción. En fin, hemos entrado en el definitivo callejón sin salida… Con la explotación de los pozos de Irak, las cosas pueden variar ligeramente. Tal vez se vuelva a producir más petróleo de aquí al 2015, pero será una situación temporal que apenas servirá para prolongar la fiesta. El petróleo barato se ha acabado o está a punto de acabarse.

¿Y qué me dice del petróleo del Ártico? Las grandes potencias están tomando ya posiciones para el reparto…
El petróleo del Ártico es muy caro, y no bajará de 70 u 80 dólares el barril. Y con esos precios llegaremos a situaciones sin salida como la que experimentamos en el verano del 2008 y que aceleró el camino hacia la recesión.

¿Y el carbón? Sus defensores sostienen que aún hay carbón barato para 200 años…
El 50% de la energía en Estados Unidos es producida por el carbón. Somos, por así decirlo, la Arabia Saudí del carbón. Pero a los niveles actuales de consumo de energía, con China devorando sus reservas al ritmo actual, no es muy arriesgado predecir que el carbón alcanzará un pico entre el 2025 y el 2030. De hecho, China está comprando ya minas en Australia ante el previsible agotamiento de sus recursos. China no puede mantener por mucho tiempo más sus niveles artificiales de crecimiento económico al 8% anual. Tarde o temprano se va a topar con sus propios límites, y uno de ellos puede ser fácilmente el carbón.

¿Cree usted en el carbón limpio?
No hay carbón limpio. Hoy por hoy, es la fuente de energía más sucia que existe, la que más estragos causa en el medio ambiente y más contribuye al cambio climático. Las nuevas tecnologías para mitigar sus efectos y secuestrar el CO2 van a resultar muy caras. No tiene sentido invertir en una infraestructura de aquí a varias décadas si en ese tiempo vamos a dejar de usar carbón. Tiene más sentido invertir ese dinero en energías limpias.

James Lovelock, James Hansen y otros renombrados científicos sostienen que la energía nuclear es parte de la respuesta la cambio climático. ¿Cuál es su postura?
La energía nuclear es y seguirá siendo residual. Hay muy poderosas razones ambientales para oponerse a ella, aunque la de más peso es sin duda la económica. Las inversiones son muy caras y sólo tienen sentido a largo plazo. Con los 435 reactores que funcionan hoy en día, podríamos alcanzar el pico del uranio entre el 2040 y el 2050. Con más reactores, el pico se adelantaría aún más. ¿Qué sentido tiene invertir ahora si el suministro no está garantizado?


Fuente: Integral (Barcelona)

HACIA UNA ACTITUD ECOLÓGICA PROFUNDA


14 de Julio de 2010 · Por jbcs.blogspot.com*

Afortunadamente, es claro que la preocupación ecológica se está extendiendo en la sociedad, pero hay que evitar quedarse en una actitud superficial.

Hay dos actitudes

a) Una es la de los "ambientalistas". Actúan como bomberos, apagando fuegos: hoy piden que un parque sea declarado nacional, mañana protestan contra la construcción de una represa, pasado mañana contra una mina... Está bien lo que hacen, y es necesario hacerlo, pero no basta, no resuelve los problemas; simplemente cura síntomas, pone parches, pero permite que problema principal, la causa continúe ahí.

La actitud superficial identifica los problemas ecológicos en aquello que impide el funcionamiento de la "sociedad moderna desarrollada" (agotamiento o contaminación de los recursos, desastres...). Confía en que las soluciones tecnológicas industriales podrán mantener los daños dentro de límites soportables. No se le ocurre cuestionar el mito del desarrollo ilimitado, del crecimiento económico constante... Es decir, está dentro del sistema, es deudora de la misma mentalidad que ha causado el problema ecológico. Propone una política de soluciones que no cortan el mal, sino que lo prolongan... Decía -Einstein que un mal no se puede arreglar con una solución que está dentro de la misma mentalidad que causó el problema. La actitud ecológica ambientalista -también llamada reformista o superficial- está bien intencionada, pero no es la solución.

b) Otra actitud es la radical, que quiere ir a la raíz de los problemas. Las varias corrientes ecológicas que aquí se agrupan coinciden en identificar esa raíz en -las ideas y representaciones que han posibilitado la depredación de la naturaleza y han llevado al mundo occidental hacia la autodestrucción. Proponen luchar por un cambio en las ideas profundas que sostienen nuestra civilización y configuran nuestra forma de relación con la naturaleza, relación que nos ha llevado al desastre actual y a la previsible catástrofe.

La actitud ecológica radical implica una crítica a los fundamentos culturales de Occidente. Cuestiona fundamentalmente: la primacía absoluta que damos a los criterios económico-materiales para medir la felicidad y el progreso; la creencia en la posibilidad de un crecimiento constante e ilimitado tanto en economía como en comodidades y en población humana, como si no hubiera límites o no los estuviéramos ya sobrepasando; la creencia de que la tecnología y el crecimiento solucionarán todos los problemas; la ignorancia crasa de la complejidad de la vida en este planeta, y el absurdo de una economía que todo lo cuantifica menos los costos ecológicos...

Este concreto -viejo paradigma, esta forma tradicional de pensar, que tiene raíces filosóficas y hasta religiosas, es lo que nos ha puesto históricamente en guerra contra la naturaleza, contra la biodiversidad, contra los bosques, los ríos, la atmósfera, los océanos... Sólo cambiando esa vieja forma de pensar nos podemos reconciliar con el planeta. Ésta es la actitud llamada "ecología profunda" (cfr pág. 46), eco-sicología, ecología fundacional, radical o revolucionaria.

Comparación entre las dos actitudes ecológicas

La segunda actitud, la radical, trata de buscar:

No sólo los síntomas (contaminación, desastres), sino las causas (modelo de relación con la naturaleza).

No sólo el bien de los humanos, sino el bien de la vida, de toda vida, por su propio valor intrínseco.

No sólo acciones paliativas, sino cambio de ideas, de presupuestos filosóficos, estilos de vida, valores éticos, autocomprensión de nosotros mismos... o sea, mentalidad nueva, "cambio de paradigma".

No tanto cambiar la naturaleza, cuanto cambiarnos a nosotros mismos (una ecología también "interior").

No considerarlo todo en función del ser humano (antropocentrismo), sino poner a la vida en el centro (biocentrismo) y al ser humano entre los demás seres (valoración conjunta de todos los seres).

Reconsiderar nuestra "superioridad" humana, superando nuestra clásica infravaloración de la naturaleza (considerándola "materia" inerte, mero repositorio de objetos y recursos...), y dejando de considerarnos sus dueños y señores absolutos.

Una actitud ecológica integral

No basta, pues, una actitud de "cuida-do" de la naturaleza (no dilapidar, ahorrar, calcular e integrar a partir de ahora los costos ecológicos...). Eso está muy bien, pero hace falta mucho más.

Es necesario llegar a redescubrir a la Naturaleza...:

  • como nuestro ámbito de pertenencia,
  • como nicho biológico, como una placenta,
  • como camino de desarrollo y camino espiritual,
  • como revelación mayor para nosotros mismos.

Es una nueva forma de entender no sólo al cosmos, sino a nosotros mismos dentro de él, una verdadera "revolución copernicana". Un "nuevo paradigma".

Un "cambio de lugar cósmico" y otros cambios

Igual que la teología de la liberación habla de la necesidad de cambiar de "lugar social" (aquel sector o polo de la sociedad desde el que uno siente que vive y experimenta la historia, desde el sistema o desde los pobres), el nuevo paradigma de la ecología profunda nos pide también un cambio de "lugar cósmico". La mentalidad clásica tradicional nos hizo sentirnos como -fuera de la naturaleza (distintos), y -por encima de ella (enteramente superiores)... No nos considerábamos "naturaleza", sino "sobre-naturales", venidos "de afuera, y de arriba". Únicamente el ser humano tenía alma, mente y espíritu... Y la historia, en un plano superior al de la naturaleza, comenzaba siempre con el ser humano, considerando irrelevante y hasta ignorando la historia cósmica de casi 13.700 millones de años anterior a nosotros...

En el paradigma de la ecología profunda pasamos a sentirnos cosmos, a saber que somos -literalmente, sin recurso a la metáfora- "polvo de estrellas", naturaleza evolutiva, Tierra, que, en nosotros, llega a sentir, a pensar, a tomar conciencia de sí misma, a admirar y a contemplar...

La actitud ecológica profunda nos lleva a aceptar una serie de transformaciones asociadas:

  • auto-destronamiento: bajarnos del endiosamiento en que nos habíamos situado, y superar la ruptura y la incomunicación con la naturaleza;
  • superar el antropocentrismo, el mirarlo todo en función del interés del ser humano, pasando a considerar la centralidad de la vida, el "biocentrismo", desde el que todas las formas de vida tienen valor por sí mismas;
  • asumir nuestra historia cósmica evolutiva, sabiendo que somos su resultado final, la flor que lleva en sí misma en síntesis toda la historia de este caos-cosmos que se está desplegando ante nosotros gracias a la nueva cosmología, el "nuevo relato" que las ciencias nos están presentando, y no sólo una historia doméstica encerrada en los 3000 últimos años, a la que nos habían acostumbrado las grandes religiones;
  • revalorización de "lo natural", es decir, superación del prejuicio de que un "pecado original" lo estropeó todo primordialmente, e hizo pecaminoso y "enemigo del alma" al mundo, al sexo, al placer... y recuperar la seguridad de que el principio de todo fue más bien una "bendición original"...
  • redescubrir una idea y una imagen de Divinidad que no necesite de más "transcendencia" metafísica que de inmanencia en la materia, y que no quede en ningún caso separada de la realidad, en un 2º piso.

Una visión holística

Todo ello es una visión nueva, no antropocéntrica, sino holística: miramos ahora desde el todo (naturaleza), en vez de desde la parte (ser humano). Y creemos en la primacía del todo sobre la parte. El ser humano necesita de la Naturaleza para subsistir, la Naturaleza se las arregla muy bien sin el ser humano. El humanismo clásico postulaba que el ser humano era el único portador de valores y significado, y que todo lo demás era materia bruta a su servicio... Ha sido una visión gravemente equivocada, que nos ha puesto en contra de la naturaleza, y que ha de ser erradicada.

No se trata sólo de "cuidar" el planeta porque nos interesa, o porque está amenazada nuestra vida, o por motivos económicos, ni para evitar la catástrofe que se avecina... Todos estos motivos son válidos, pero no son los únicos, ni los principales, y aunque no estuvieran ahí, seguiríamos necesitando una "conversión ecológica" de nuestro estilo de vida, de nuestra mentalidad, incluso de nuestra espiritualidad. Necesitamos "volver a la Casa Común", a la Naturaleza, de la que, indebidamente, nos autoexiliamos en algún momento -todo apunta a que fue al comienzo del Neolítico, con la revolución agraria y urbana-.

Captar estos motivos más profundos, descubrir la ecología como "eco-sofía", como camino de sabiduría para nuestra propia realización personal, social y espiritual, es haber llegado a descubrir la "ecología profunda" como dimensión humana ineludible, para vivir en plenitud la comunión y la armonía con todo que somos, sabiéndolo y saboreándolo.

*Fuente:

http://jbcs.blogspot.com/2010/02/hacia-una-actitud-ecologica-profunda.html

Más info:

· VIDEO: La Abuela Margarita

La Abuela Margarita: Margarita Núñez Álvarez, conocida como la Abuela Margarita, descendiente y curandera de las culturas Maya y Chichimeca trae un mensaje de amor y espiritualidad ligado a la tierra desde lo femenino. Conocida y respetada entre los círculos indígenas de todo el mundo, esta mujer originaria del norte de México se ha convertido en vocera de la mujer. La abuela ha sido llamada desde muchos extremos del planeta para que su palabra sea oída. Ella proclama valores de la mujer como generadora y transformadora de la sociedad y lleva con su palabra de tradición y como guardiana del origen a nuevas miradas del mundo y de la vida.


¡Banca ecologista en el Parlamento Británico!

<b>¡Banca ecologista en el Parlamento Británico!</b>
Caroline Lucas - Ecologista

Histórico triunfo electoral de los Ecologistas en Gran Bretaña

Verdes británicos entran por primera vez en el Parlamento de Westminster

La Coordinadora Verde de España felicita a Carolina Lucas (49 años), primera diputada de Los Verdes de Inglaterra y Gales en el Parlamento británico. Fue elegida con 31 por 100 de los votos en la circunscripción de Brighton, por delante de los candidatos laboristas (28.9 por 100), conservadores (23,7 por 100) y liberales (13.8 por 100).

En palabras de Sonia Ortiga, coportavoz de la Coordinadora Verde , "hoy es un gran día para el ecologismo político inglés y británico, y enviamos nuestra enhorabuena a nuestra compañera Carolina Lucas por este estupendo resultado. Nos alegra ver que a pesar del sistema mayoritario a una sola vuelta, que tanto favorece a los partidos tradicionales, seabre un espacio cada vez mayor para otras propuestas políticas como la alternativa verde. Es una enorme esperanza que nos envía el Green Party: a pesar de nuestro sistema electoral injusto, también es posible en España".


Añade el coportavoz de la organización ecologista Florent Marcellesi: "Está soplando un viento muy propicio para la ecología política en toda Europa. Tras los estupendos resultados de Europe Écologie en Francia, la entrada de los verdes húngaros en su parlamento nacional, el primer eurodiputado verde en Grecia y ahora la primera diputada en el Parlamento de Westminster, estamos con mucho ánimo para seguir construyendo la alternativa verde en España y obtener también nuestros primeros escaños verdes en el Congreso en 2012."




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Datos personales

Uno de los más inspirados exploradores del impulso evolutivo de la consciencia humana durante el siglo XX y la era actual, publicó revistas emblemáticas como Mutantia, fundó redes ecologistas en variadas latitudes, desarrolló el concepto de Multiversidad, creó la dinámica meditativa Holodinamia y mediante traducciones, ediciones y obra personal ha concretado más de cincuenta libros inspirados por su sensibilidad poética, espiritual y visionaria. Ha traducido a Thomas Merton, Mahatma Gandhi, Jalaludín Rumi, el Maestro Eckhart, William Blake y otros. Sus obras más recientes son la 4ª edición de Cómo vino la mano, Celebración de la vida intensa, Desarrollo intuitivo, Somos la gente que estábamos esperando, Ternura: deleite supremo y Poesía y Libertad.

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